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domingo, 20 de marzo de 2011

LOS CONEJOS DE MONTE Y LAS PLAGAS

Nos encontramos en los últimos días numerosas noticias en la prensa que hablan de poblaciones de conejo de monte que han crecido notablemente y están causando graves daños, principalmente en la agricultura, pero también en infraestructuras como el AVE o las propias autovías que sufren el efecto de los incansables lagomorfos, que no roedores, que día tras día van excavando sus madrigueras y construyendo un verdadero laberinto de galerías interminables que los protegen de lluvia, viento, frío o calor.
Es difícil entender porque ocurren estas plagas en determinadas zonas mientras que en otras, muchas veces no muy lejanas, es prácticamente imposible ver un conejo y se llevan a cabo grandes esfuerzos e inversiones por recuperar sus poblaciones.
En realidad no existe un único factor mágico que provoque estas situaciones, incluso en algunos periódicos de cierto prestigio (y poco rigor...) se ha llegado a hablar de conejos australianos (extraterrestres que llegados de otros lugares que se multiplican ajenos a virus, zorros o cazadores) que causan estas plagas.
Los cazadores debemos ser los primeros en conocer esta situación, porque muchas veces afecta al propio coto, al que se le tratan de exigir responsabilidades y daños, y no caer en la tentación de explicar las cosas con retóricas confusas que dan mala imagen al colectivo y nos ayudan poco a abordar el problema.
Como digo, son muchas las causas que pueden intervenir en la aparición de estas situaciones que, por otro lado, eran las normales en la Península Ibérica hace unos cuantos años, aunque en épocas en las que el conejo se cazaba mucho más, no solo por los propios cazadores, pellejeros, alimañeros... sino también por numerosas especies de predadores que luego apuntaremos.
Normalmente coínciden varios factores que se asocian en favor del conejo, por un lado el final del invierno e principio de la primavera, momento en el que los conejos inician su ciclo reproductivo que es corto y eficiente de forma natural. Por otro lado, una ausencia de virus circulantes de mixomatosis y enfermedad hemorrágica vírica (que también ocurre de forma natural en muchas ocasiones), favorecida según algunos estudios en terrenos calizos donde éstos tienen más difícil su mantenimiento en el ambiente, asociado además a una cierta inmunidad adquirida por poblaciones estables que han estado en contacto durante un tiempo con estos virus. A todo ello se añaden otros aspectos como un invierno húmedo que ha generado un alimento abundante y de calidad, que favorece la reproducción. También, en el caso de autovías o AVE, se crean zonas ideales donde protegerse de los predadores, por el efecto barrera propio de la infraestructura y donde excavar sus vivares, por ser taludes que permiten mantener una cierta estructura por la compactación de la obra. Por último, tampoco debemos olvidar otros factores como el final de la temporada de caza y un desequilibrio ecológico por el declive de muchas poblaciones de predadores naturales que en otros tiempos eran abundantes, no solo los más conocidos como aves de presa o el propio lince, sino también algunos reptiles, gato montés, mustélidos... que no atraviesan por su mejor momento.
La solución no es fácil, porque cuando la plaga se instaura es capaz de generar importantes daños, sobre todo por consumo directo en la agricultura en poco tiempo, aunque lo normal es que el efecto de la densidad excesiva provoque de forma natural una autorregulación de la población cuando los recursos se vean limitados o por la aparición de un brote de enfermedad, pero esto puede tardar en suceder. Por ello, las únicas soluciones viables son a través de la participación de los propios cazadores, bien con escopeta, bien con hurón y red... facilitada por una gestión ágil de las administraciones y un esfuerzo por recuperar los equilibrios tróficos naturales a través del fomento de poblaciones de especies predadoras que no son la causa del declive de perdices o liebres y si tienen una especial importancia en el control de otros problemas como conejos o topillos.


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